sábado, 19 de junio de 2010

La carta. suyai copyright.

Lucía, al leer el poema, sintió que su alma vibraba, ¿ cómo era posible? ¿el amor rondaría su alma nuevamente?_ Después de tanto tiempo, años de dolor, de tanta pena escondida. Tomó la hoja y sus manos temblaban, parecía una chiquilla, sintió en su pecho una alegría inmensa, sonrío y sus labios se juntaron como en una caricia incierta.
Era ya muy tarde, las horas avanzan a veces tan veloces y ahora no podía ni siquiera cerrar los ojos y parecía que el tiempo estaba detenido.
Cuando sonó el despertador, era ya las 7 de la mañana, no recordaba haberlo puesto a esa hora, pero, al abrir sus ojos verdes, estos se iluminaron, de inmediato se apoderó de ella, esa sensación casi dulce, casi tierna. ¿ Había soñado?...pero la prueba irrefutable estaba en la mesita del velador. Allí permanecía el sobre y a su lado, la carta, “Querida Lucía, te escribo con algo de miedo, espero no te molestes, desde que vi tu foto, en la pantalla, me pareciste tan hermosa, y cada vez que hemos conversado me has entregado tanta dulzura, te digo mujer; me has enamorado, no me he atrevido a decirlo hasta ahora, me haces falta, te necesito, ya cada minuto estoy buscando las palabras justas para conversar y no perderte, es verdad, a mis años, me siento como un adolescente.”
(Para ti)

Mujer de mirada triste
deja que mis manos
te acaricien.
Te llevo en mi pensamiento
desde el primer día
que en mí, tu mirada pusiste.

Habían hablado tantas veces, cada tarde, cada hora se juntaban para contarse sus cosas, ella casi lo sospechaba, pero incrédula se negaba a aceptarlo, ¿sería esto un regalo divino?
Estaban tan lejos, uno del otro, un océano los separa, pero qué importa se dijo, y tomando la carta, la depositó bajo la almohada, no sin antes darle un beso.
Esa mañana, volvió a sonreír y al salir a la calle, sintió que todo era bello, hasta la brisa marina, le besaba la cara.
¿ Sería capaz de guardar el secreto? Y se dijo; ¿ I a quién le importa lo qué a mí, me pasa? ¿ Acaso algunos de sus hijos, le preguntó alguna vez, por su tristeza?

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