lunes, 16 de mayo de 2011

Hermana de mi alma Edith Moncada


Carta para ti, hermana de mi alma. Edith Moncada

¿Cuántos años han pasado Isabel? ¡muchos! tantos que ya no podría contarlos,... porque me faltaría tiempo para darme cuenta que puede pasar toda una vida, y aún así no nos conocemos . Hasta que nos hacemos viejos y de pronto la verdad está allí, frente a tus narices y comprendes todo. Isabel. ¿Cómo fui tan ingenua?

mi hermana ,mi amiga, la mejor de todas, tú por quien hubiera dado mi vida gustosa si la hubieses necesitado. Isabel la niña buena. La que aprendió a leer antes de ir al colegio, la que mi madre siempre decía; ve con ella, ella si es inteligente ¿ ves las notas que tiene? ¿Ves cuán dulce y generosa es Isabel?...¡ Imítala ¡

Claro que te imitaba, tú eras mi ejemplo, la hermana linda, la distinguida, la preferida de mamá

Isabel, cómo te he querido, tú mejor que nadie lo sabes. Mi madre, si ella viviera, de seguro esto la mata. Gracias a La vida que ya no puede saberlo.

He vivido todos estos años ignorante de la verdad, hasta hoy, que por una casualidad me entero, y aún , no lo creo. La verdad se presenta de pronto y no queda más remedio que aceptarlo, ya no hay nada qué hacer, lo hecho, hecho está.

Mi corazón está dolido, deshecho, triturado es cierto, pero sin embargo en mí, aún hay cariño por ti. Se que me has traicionado, me has herido con la daga más filosa que pudiste encontrar. No lo entiendo, no lo comprendo, confiaba tanto en ti, eras la persona más maravillosa que yo siempre tuve a mi lado y tú lo sabías. Ese fue mi pecado, mi error confiar demasiado.

¿Recuerdas cuánto me alentaste a casarme con Rodrigo?-, decías que era el mejor novio que podía tener.- Que era tan buen muchacho, tan correcto, tan buen partido. Yo enamorada de él, mi primer amor. Hasta fuiste mi madrina. Cuánto orgullo sentía yo por ti, mi hermana mayor.

Te mantuve cerca de mí siempre, eras lo mejor de mi vida, después de mi esposo. Cuando quedaste embarazada de ese mal hombre que te abandonó te dije que te vinieras a mi casa, allí estaba tu hogar, y fuiste tratada con amor y delicadeza. Nunca sospeché nada, ¿cómo podría si eras parte de familia? ¡eras mi hermana!

Nació Vicente, y fue la alegría de mi hogar, yo con una niñita, un varoncito era la felicidad de todos. No pensé nada extraño cuando él te propuso que fueras su asistente, lo encontré magnifico, así podrías trabajar con él y yo en casa cuidaría de los niños. Mi esposo como ingeniero debía viajar semanas completas y nunca pensé que tú al acompañarlo hacías el papel de esposa.

¡ Pobre y tonta de mí!.

Hoy han pasado los años, ya soy abuela. Por una conversación ajena me entero y comprendo la verdad. Fui la otra siendo la esposa, y fingieron tan bien, que nunca sospeché nada.

Mis hijos y tu hijo crecieron juntos como hermanos, porque en realidad lo eran. Isabel te perdono , por una sencilla razón, porque a pesar del dolor que hoy siento, de la tristeza que me embarga, nunca tuve un mal presentimiento y nunca Rodrigo me dejó por ti. Mi matrimonio fue para ustedes una farsa, porque eran amantes, pero yo nunca lo supe y siempre fui feliz. Lo que hoy sucede es cosa de otro tiempo.

Rodrigo, sigue conmigo y aunque ya viejo puede irse contigo, pero eso no lo creo posible ahora ya no es tiempo.

Pobre de ti Isabel, ¿cuánto habrás sufrido, viviendo bajo el mismo techo, y siendo testigo de mi amor con Rodrigo, y lo que es peor viendo cuánto me amaba él . ¿Por qué no hablo de la culpabilidad de Rodrigo? Porque él nunca me dio motivo para dudar, siempre fue atento, cariñoso y tú eras testigo de eso. Isabel, te perdono. te llevaste la peor parte, viste mi felicidad y eso debió ser terriblemente cruel.

No hay comentarios:

Publicar un comentario