martes, 16 de agosto de 2011

Esa soledad


Edith Moncada

No son más silenciosos los espejos, ni más

furtivos el alba aventurera; tuya es la soledad,

tuyo es el secreto.

( J.L.Borges)

Subo la escala apresuradamente, no quiero perder el metro, sería horrible. Me duelen los pies, las piernas me tiemblan.

Llevo noventa pruebas que revisar y leer el libro de cuentos que tomaré el viernes, mi cabeza va planificando lo que haré cuando llegue a casa, lo primero es tomarme un café con leche bien cargado, hablar con mi nona, darle mis besitos que tanto espera y contarle las travesuras de los niños en las clases..

¡Uuf...!, tanta gente siempre a esta hora, me molesta que me rocen al pasar, y estos olores a cuerpos sudados de hombres trabajados.

Qué lata el metro viene repleto. A mi espalda siento unos ojos negros que me miran fijamente. Puedo sentir su mirada en la nuca, me doy vuelta y ahí está: es el mismo de ayer y de antes de ayer… un mechón le cae sobre el ojo izquierdo ¿No le molestará digo yo? (y me río para mis adentros) y me mira como si me conociera, sus ojos brillan, pequeños y algo traviesos. ¿Por qué osa mirarme así? ¿Se cree mino? .Me doy vuelta divertida, no pesco.

¡Qué lata no alcancé asiento! ¡Esta porquería siempre viene lleno! Mañana me vengo en Transantiago, aunque me demoré un día y medio. Y este tipo que no deja de mirarme.

La mochila le pesa. Apenas puede afirmarse y le duelen los pies. Todo el día de pie, a esta hora ya no puede más. _No me pongo más tacos, desde mañana juró que uso zapatillas, se dice, y en eso algo roza su mano, levanta la vista y es él. La mira sereno. Ella altiva, quita su mano, entonces se ve frente a él. Él, le sonríe y hace un ademán como de fue sin querer. Desvía la mirada, mirando sin ver, el tren corre veloz de estación en estación. Próxima parada su destino, baja aprisa y él también.

Al cruzar la calle, se enreda su pie, las pruebas caen, alguien la toma y su cara se encuentra con esos ojos negros, ambos se ríen al mismo tiempo. ¿Profesora? Sí, digo y me doy vuelta para seguir mi camino. ¿Apurada?... ¡Sí! Lo miro, y levanta su mano en ademán de adiós, ¡Qué amanezcas bien! Escucho a lo lejos.

¡Qué tipo! - linda voz me digo y me sonrío.

Nos encontrábamos cada día en el metro, y cada día nos mirábamos y sonreíamos. Se había producido una especie de pacto, primero las miradas, ambos nos buscábamos y al encontrarnos sonreíamos. Hasta que un día derribamos el muro, nos hicimos amigos. Supe que estudiaba ingeniería en electricidad, no era lo que él quería, pero sería lo que le daría dinero. Amaba la música, pero había optado por la ingeniería.

Era de provincia y estaba sólo. Yo pronto lo estuve también. Mi Nona se fue un viernes, sin aviso, se acostó a dormir la siesta y el sueño se la llevó para siempre.

Decidimos vivir juntos, así ahorraríamos dinero, y ambos nos haríamos compañía.

Lo conversábamos todo, lo que había pasado en el día, nuestros sueños, nuestras fantasías. Nuestra vida en común fue eso, una compañía de dos seres que se encontraban solos.

No supe cómo ni cuando comenzó el silencio, quizás una de esas tardes que nos quedábamos largas horas sin hablar, él en lo suyo, yo en lo mío. Las clases, los niños, pruebas actos que se yo, todo eso fue alejándonos sin darnos cuenta. Sus estudios eran intensos y pasaba horas en ese mundo sin palabras, ni siquiera un murmullo, sólo el pasar de hojas de un libro a otro, largas cifras numéricas en papeles que botaba cada día después de los ejercicios.

¿El amor, nos rondó algún día? ¡No! Sólo éramos amigos y compartíamos la misma pieza de aquel diminuto departamentito.

Era diciembre recuerdo, me dijo sonriendo: hoy me gradúo de ingeniero, vendrán mis padres a la ceremonia… ¿Puedes ir? Un largo silencio fue mi respuesta, lo siento. ¡No puedo! Ya sabes las clases, debiste avisarme antes. No importa dijo, sólo es una ceremonia, no tiene importancia, ¡lo que viene después si lo es!

Ese día tuve una sensación distinta, no sabía si estaba contenta por lo de su título, o quizás tenía miedo.

Navidad llegó pronto y con ella su ausencia. Se marchó a trabajar de ingeniero y de ello hace ya un año y medio.

Hoy las clases fueron entretenidas, los niños están cada día más despiertos y de aquellos ojos negros…jamás he vuelto a verlos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario